miércoles, 18 de diciembre de 2013

Minnehaha Falls

Minnesota, a pesar de dejarte las pelotas congeladas desde diciembre hasta finales de marzo o principios de abril, es también un sitio bonito en cualquier época del año. Muchos de vosotros ya sabéis que a mí me encanta viajar, pero no puedo esperar a que el invierno pase para conocer nuevos parajes, así que, aunque tengamos olas de frío ártico que hagan descender los termómetros a -25ºC (sin tener el cuenta el viento), me animo a conocer nuevos lugares.

Así pues, el sábado 14 de diciembre decidimos ir a Minnehaha Falls, unas cascadas del arroyo Minnehaha, afluente del majestuoso río Mississippi que nace en el lago Minnetonka y atraviesa varias ciudades del área metropolitana de Minneapolis-St. Paul hasta desembocar en el propio Mississippi. El parque en el que se encuentra Minnehaha Falls está localizado al este de Minneapolis, Minnesota (como véis, las palabras que empiezan por "Minne-" están a la orden del día aquí), a menos de una hora de la frontera con Wisconsin. Ciertamente, Minnehaha es un personaje ficticio, amante de Hiawatha, de un poema llamado La Canción de Hiawatha. Hiawatha es un personaje muy importante en la historia nativa norteamericana, pues fue el guía de algunas naciones indígenas y creador de la Confederación Iroquesa.

Así se verían las cataratas en cualquier otra época del año.
Esto es lo que vimos nosotros...
Cuando no es está nevado y congelado, este parque es bastante bonito (según he visto en fotos de Google), pero ahora estaba nevado hasta los topes y, por supuesto, la cascada estaba helada y el agua había formado estalactitas como cuchillos de carnicero. Cuando llegamos y me asomé al borde para mirar hacia el abismo de abajo, vi gente andando sobre la nieve que cubría las aguas y por dentro de la cascada, así que me animé a hacerlo yo también. Daba un poco de respeto porque había unas vallas que prohibían el paso, pero somos unos malotes todos y nos las saltamos. Además, el frío TOTAL aún no ha llegado a Minnesota, con lo cual no sabíamos cuán fiable era pisar el río congelado, ya que un paso en falso podría quebrar el hielo y enviarte al agua para congelarte los huevos. Así las cosas, me puse por delante porque no quería irme de allí sin pasar por dentro de las cataratas, así que me puse a pisar la nieve poco a poco y cuando llegué arriba, sintiéndome George Mallory en la cima del Everest, deseé haber llevado una bandera española para clavarla ahí para ser vista por el resto de los días, o hasta que el hielo se derritiera y llevara la bandera hasta el Mississippi y luego hasta el Golfo de México.

La nieve llegaba hasta los tobillos, aunque no hacía frío extremo.
Minnehaha Falls.




El hielo se podía quebrar con cualquier pisada.
El frío es psicológico. No existe.
De vez en cuando, alguna estalactita se quebraba.
Además, no sólo no sabíamos si el río estaba suficientemente congelado para pisarlo (se escuchaba agua caer por dentro del hielo), sino que también había desprendimientos y, ciertamente, que se te clave una estaca de hielo en la cabeza tiene que doler. Sin querer asumir riesgos innecesarios, decidimos no cruzar el río y dar la vuelta para escalar por el otro lado, porque por el nuestro había un muro de hielo infranqueable. Una vez debajo de la cascada helada, en una especie de cueva, se sentía uno mucho más seguro y las vistas seguían siendo impresionantes, tanto por ver el paisaje delante tuyo, como ver las cascadas por detrás y las estalactitas que el agua congelada había creado.

Desde detrás de las cascadas.


 

Una vez volvimos al puente principal, decidimos seguir el curso del riachuelo y visitamos dos más de sus cinco puentes, andando despacio y echando muchas fotografías a ese paraje blanco, nevado y tranquilo, donde la nieve llegaba hasta los tobillos, y cuyos árboles muertos, desnudos, yermos te hacían imaginar que estabas en mitad de la nada. Poco a poco, el sol iba cayendo, el cielo iba apagándose, y la gente comenzó a tener hambre (yo fui previsor y me llevé mi inseparable arroz con atún) y dimos media vuelta para ir a comer a un restaurante de cocina ecuatocolombiana en Minneapolis. Me ahorro comentar lo que pasó en el camino de vuelta con mi bocanada de nieve, la proyección y la patada voladora.





La próxima entrada será mi viaje a Nueva York y Washington, siempre que no pase nada especial antes. Au revoir.

lunes, 16 de diciembre de 2013

NHL (otro sueño que se cumple) y NFL

Siempre se ha dicho que Estados Unidos es el país de las oportunidades. Yo lo corroboro. Desde que estoy aquí, no he parado de hacer cosas. Voy cumpliendo sueño tras sueño y tiro porque me toca. En esta ocasión, pude deleitarme asistiendo a dos partidos consecutivos de la NHL, la liga de hockey sobre hielo que comparten Estados Unidos y Canadá, y a un partido de los Minnesota Vikings de la NFL, la liga de fútbol americano. De esta manera, durante los menos de cuatro meses que llevo aquí, ya he visto, por lo menos, un partido de cada una de las grandes ligas: baloncesto, fútbol americano, béisbol y hockey sobre hielo.
Al lado del hielo (Wild vs. Avalanche).
Comenzando por el hockey sobre hielo, creo que soy el único español, o uno de los pocos españoles, del mundo y de la historia que tenía metido entre ceja y ceja ver un partido de NHL, pues, aunque el hockey sobre hielo es un deporte muy practicado en Estados Unidos y Canadá, es sumamente minoritario en España. El único hielo que conocen los españoles es el que se echan cada día en sus cubatas. Ciertamente, he tenido que esperar la friolera de trece años para poder ver mi primer partido en directo, pues comencé a aficionarme por este deporte allá por el año 2000, cuando comencé a viciarme al NHL 2001 para ordenador. Con el paso de los años, mi afición fue creciendo hasta quedarme hasta las tantas de la mañana viendo los partidos de mi equipo favorito, los Detroit Red Wings, y siguiendo día a día los resultados de los partidos y la liga a través de la página web de la NHL. Si bien es cierto que podría haber ido a ver un partido de la liga española de hockey sobre hielo, no se puede comparar ni por asomo con la mejor liga del mundo.

La NHL, como dije, es la liga de hockey sobre hielo de América del Norte, puesto que la juegan conjuntamente equipos de Estados Unidos (23) y de Canadá (7). Que solamente la disputen siete equipos canadienses es cuanto menos curioso, sobre todo cuando se compara con las estadísticas de número de jugadores por país que la componen, ya que alrededor del 54% son canadienses. Sin olvidar que este deporte fue inventado en dicho país. Junto con la  NBA (baloncesto), la MLB (baseball) y la todopoderosa NFL (fútbol americano), es una de las cuatro grandes ligas deportivas de los Estados Unidos. En este país, la MLS (fútbol o soccer) queda relegada a un segundo plano en deportes.

Fundada en el año 1917, la NHL originalmente tenía cuatro equipos, dos de los cuales siguen actualmente vivos: Toronto Maple Leafs y Montreal Canadiens, siendo, además, los dos equipos que más Stanley Cups poseen: 13 y 24, respectivamente. Entre las temporadas 1942/43 y 1967/68, la liga constó solamente de seis equipos, los llamados Original Six: New York Rangers, Chicago Blackhawks, Detroit Red Wings, Boston Bruins, Toronto Maple Leafs y Montreal Canadiens. Con el paso de los años, siguieron añadiéndose más equipos hasta completarse la actual liga de treinta. Los dos últimos equipos en incorporarse fueron Columbus Blue Jackets y Minnesota Wild, ambos en 2001, aunque el estado de Minnesota ya había tenido un equipo desde hacía años, los Minnesota North Stars, cuya franquicia se trasladó a Dallas en 1993 para crear los Dallas Stars.

Como todos los deportes, el hockey hielo también ha tenido sus buenos y sus malos momentos. Desde el punto de vista estadounidense, me atreviría a decir que el mejor fue la final de hockey sobre hielo de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1980 celebrados en Lake Placid, Nueva York. La final del torneo, que se bautizó con el nombre de Miracle on ice (milagro en el hielo), enfrentó al por aquel entonces mejor equipo del mundo, la Unión Soviética, con estrellas de talla mundial como el portero Tretiak o el defensa Fetisov, contra Estados Unidos, quien había enviado a un conjunto de estudiantes universitarios a disputar el torneo. No obstante, la URSS se confió y despreció al conjunto norteamericano, quienes al final ganaron el oro con un resultado final de 4-3. Sobre este espectacular suceso, hay una película muy buena, emotiva e interesante que se llama de la misma manera, Miracle on ice. No obstante, a pesar de los grandes momentos de este deporte, también ha sufrido desgracias. Todos, en más o menos grados, conocemos las tragedias de otros equipos deportivos, como el Desastre de Múnich de 1958 (en el cual pereció prácticamente toda la plantilla del Manchester United), la Tragedia de Superga de 1949 (que se cobró la vida de toda la plantilla del Torino, uno de los mejores equipos del mundo aquellos años), el accidente aéreo en que se mató todo el equipo del Pakhtakor Tashkent de Uzbekistán en 1979 (soy un friki del fútbol de otros países) o el mundialmente famoso Accidente de Los Andes de 1972 en que se estrelló el avión que llevaba a un equipo de rugby uruguayo. En el caso del hockey sobre hielo, también hay desastres aéreos, como el sufrido por el equipo ruso del Lokomotiv Yaroslavl en 2011, perteneciente a la KHL (con base en Rusia y considerada la segunda mejor liga del mundo). En este accidente, se mataron también ex-jugadores de la NHL, como Pavol Demitra, Ruslan Salei o Karlis Skrastins.

Tras este repaso tan aburrido, dudo que hayáis llegado a este punto de la historia, pero si habéis llegado os felicito y os narraré los dos partidos.

Wild vs. Avalanche.
El primero fue el viernes 29 de noviembre, un día después del Día de Acción de Gracias, y fue un regalo de mi host family. En este primer partido, Minnesota Wild se enfrentó a Colorado Avalanche. Durante su corta vida, el equipo no ha logrado grandes éxitos, aunque han podido clasificarse para los playoff en dos o tres ocasiones. Algunas de sus estrellas son Zach Parise, Jason Pominville, Mikko Koivu, Danny Heatley o Niklas Backstrom, aunque también han pasado por sus filas Marian Gaborik, Andrew Brunette o el malogrado Pavol Demitra. Por su parte, los Colorado Avalanche, aunque tienen pocos años más de vida que los Wild, han cosechado muchos más éxitos. Inicialmente fundado en Quebec City, Canadá, con el nombre de Quebec Nordiques, el equipo jugó en la NHL entre los años 1979 y 1995, aunque eran realmente lamentables y siempre estaban a la cola de la liga. Ese año, el equipo se mudó a Denver y en su primera temporada (1994-95) lograron alzarse con la Stanley Cup, éxito que repetirían otra vez en la temporada 2000-01. Algunos de sus jugadores estrella han sido Joe Sakic, Patrick Roy, Paul Kariya, Teemu Selanne, Peter Forsberg, Milan Hejduk, Alex Tanguay o Maxime Talbot. Grandísimo equipo en sus inicios, su rendimiento fue yendo a menos con el paso de los años y solamente lograron clasificarse para los playoff una vez en los últimos cinco años. No obstante, esta temporada, gracias a su entrenador Patrick Roy, el equipo ha despertado de su letargo y se presentó en sexta posición en liga en el Xcel Energy Center de St. Paul, Minnesota. El resultado: 1-3 a favor de Colorado, aunque fue lo de menos, pues cumplí un sueño y no puedo describir cómo me sentí aquel día después de tantos años esperando. Sentimientos nuevos. Sentimientos encontrados. Sentir. Ver cómo jugaban los jugadores, como patinaban, giraban, frenaban, aceleraban, se pasaban el puck, los disparaban, marcaban goles, se estampaban contra los cristales, se daban codazos (elbowing), etc. aunque no pude presenciar ninguna pelea.

Xcel Energy Center, St. Paul.
Himno nacional.
De aquí hacia abajo, imágenes de Wild vs. Avalanche.






Fotografía con los host brothers.
El segundo partido, domingo 8 de diciembre, enfrentó a Minnesota contra uno de los mejores equipos de la liga, los San José Sharks, aunque es un equipo que todavía no ha hecho nada que demuestre que lo son. San José se presentaba en el Xcel Energy Center en la tercera posición del campeonato, aunque había perdido una posición como resultado de sus dos últimas derrotas consecutivas. Equipo de relativamente poca vida, fue creado en 1991, no ha hecho absolutamente nada, ni siquiera ha jugado una final de Stanley Cup, a pesar de siempre está en la parte alta de la clasificación y lleva varios años seguidos clasificándose para los playoff. Ni siquiera tener algunos grandes jugadores como Ed Belfour, Igor Larionov, Owen Nolan, Vincent Damphousse, Mike Ricci o Jonathan Cheechoo años atrás o Patrick Marleau, Joe Pavelski, Joe Thornton, Antti Niemi y Andrew Desjardins en la actualidad ha ayudado a que ganaran algo. A pesar de que pensaba que los Wild saldrían goleados, infligieron a San José su tercera derrota consecutiva por 3-1.

Al partido con los amiguetes.
El himno nacional está en todas partes, como debe ser.
De aquí para abajo, imágenes del Wild vs. Sharks.





Una semana después de haber asistido a mi segundo partido de NHL, me tocó, pues, cerrar el ciclo de las cuatro grandes ligas yendo al Hubert H. Humphrey Metrodome a ver a los Minnesota Vikings contra los Philadelphia Eagles. Ciertamente, no es que me guste este deporte. Nunca le pillé el gusto y, además, no entiendo sus reglas. Cuando comencé a viciarme al videojuego NHL 2001, también comencé a jugar a la vez al NFL 2001, pero después de leer esto, ya sabéis todos por qué lado me decanté. Pero, a pesar de que no me interesa en lo absoluto ni conozco sus jugadores ni sus reglas, me vi obligado a ir a verlos por lo menos una vez para decir "he estado allí".

Minnesota Vikings vs. Philadelphia Eagles.
El partido fue una fiesta espectacular, aunque los Vikings son lamentables, una auténtica calamidad. Nadie pensaba que esta vez iban a ganar. Más que nada porque los Eagles llevaban una racha de cinco partidos consecutivos ganando y los Vikings son colistas de su grupo, pero los Vikings dominaron el partido desde su inicio hasta el final con un resultado final de 48-30, aunque como no tengo ni pajolera idea de resultados de fútbol americano, no sé si es una paliza o un resultado normal. Lo que sea, me lo pasé genial, aunque quizás me hubiera enterado más de las cosas si me hubiera leído un tratado de física cuántica, porque, en cuanto a desarrollo del partido, no entendí nada. Me limité a callar cuando todos callaban y aplaudir cuando las gradas se hundían.






Habiendo ya visto estas cuatro Grandes Ligas, ahora esperaré a abril para ver un partido de los Minnesota United FC, el equipo de soccer (fútbol normal y corriente). No será el mejor partido de fútbol de la historia (juegan en la North American Soccer League, que vendría a ser la tercera división del país, aunque en el sistema americano no hay ascensos ni descensos), pero será otra cosa para contar y recordar.

Espero no haberos dado la lata con esta profunda parrafada.