miércoles, 30 de octubre de 2013

¡Chicago y más!

Abro esta entrada para explicaros con detalle y fotografías comentadas mi reciente viaje a Chicago, ciudad en la que estuve desde el 17 hasta el 20 de octubre, así como mi experiencia volando en avioneta, uno de mis sueños cumplidos.

Bandera de Illinois.
En efecto, el jueves 17 y viernes 18 no había clases en St. Louis Park por temas de reuniones y cosas varias, por lo que cogimos este magnífico puente y nos fuimos a Chicago, también conocida como "La Segunda Ciudad" o "La Ciudad del Viento". Primeramente, debo aclarar que, cuando hice mi lista de "lugares y ciudades de Estados Unidos para visitar", no apunté Chicago porque no me parecía interesante, pero tras verla debo decir que no me defraudó en absoluto y que espero volver otra vez, puesto que es la gran ciudad más cercana que tenemos.

Estación de Minneapolis: salida a Chicago.
Para nuestro viaje, salimos de la estación de autobuses de Minneapolis el miércoles a las 21:30 de la noche y llegamos a Chicago a las 6 de la mañana. Ya de entrada, nos recibió la majestuosa Torre Willis (hasta hace poco conocida como Torre Sears), el edificio más alto de la ciudad y segundo de todo Estados Unidos. El hecho de que fuera todavía de noche y su cumbre estuviera rodeada de niebla la hacía todavía más espectacular. Cuando llegamos al hotel, dejamos las mochilas y maletas en recepción y, sin un descanso ni de cinco minutos, comenzamos nuestra andadura por la ciudad. Siendo ya de día, pude examinar con una rápida ojeada algunas de sus calles y rápidamente hice un viaje mental y extrasensorial a los años 40, cuando la ciudad estaba dominada por la Chicago Outfit, la mafia de Chicago. Algunos edificios no habían cambiado desde entonces: altos y rectangulares edificios de ladrillo rojo o marrón con sus escalerillas de metal al lado, y, desde luego, el metro seguía intacto. Escenas idénticas a las que aparecen en el magnífico videojuego de PC Mafia: The Lost City of Heaven. 

A nuestra llegada, nos recibió la Torre Willis envuelta en niebla.





Metro de Chicago, igual al que circulaba por la ciudad siete décadas atrás.



Arriba y abajo: imágenes del metro actual.
Río Chicago con rascacielos de fondo.
En esos momentos imaginé a algunos de sus capos más famosos, con sus gabardinas negras y sus sombreros, como Al Capone, Johnny Torrio, "Big Jim" Colosimo, Sam Giamcana o George Moran, cuya banda fue brutalmente asesinada por los hombres de Al Capone en la célebre Matanza de San Valentín. El 14 de febrero de 1929, los hombres, supuestamente, de Al Capone se presentaron en el garaje donde se reunía la banda de George "Bugs" Moran disfrazados de policías. Cuando desarmaron a sus rivales y los pusieron contra la pared para cachearlos, abrieron fuego asesinándolos a todos. Solamente el propio George Moran se salvó debido a que llegó tarde la cita.

Calle Michigan.
Bueno, durante ese primer jueves nos llovió durante todo el día, aunque no llovía lo suficientemente fuerte como para hacernos estar refugiados en algún lugar. Además, las nubes estaban muy bajas y cubrían las cumbres de los rascacielos más altos. En primer lugar, tras bajar del metro en Dearborn Street, visitamos Daley Plaza, la cual tiene una bonita fuente con sus aguas teñidas de rojo en honor a la Stanley Cup lograda por los Chicago Blackhawks (el equipo de hockey hielo) en la temporada 2009-10. Después de andar por sus calles y ver el Teatro de Chicago, desembocamos en Millennium Park, donde estuvimos un largo rato visitando algunos de sus monumentos: la famosa judía de plata y la fuente Crown, diseñada por el catalán y español Jaume Plensa, entre otras cosas. Todo ello con los rascacielos de la calle Michigan de fondo. Después, bajamos por el Instituto de las Artes, cruzamos el río Chicago y estuvimos andando por la orilla del Lago Michigan hasta el Navy Pier, un famoso muelle en el mismo lago. Después de comer en un restaurante italiano, creo recordar que volvimos al hotel, pero tengo lagunas mentales porque hubo cosas que no me acordé de apuntar para escribir luego aquí.

Daley plaza con la fuente de agua roja.

Judía de Millennium Park.

Nuestro reflejo en la Judía.
Millennium Park.
Crown Fountain, obras del artista catalán.
Millennium Park.


Arriba y abajo: Recorriendo la ciudad por la orilla del Lago Michigan.
Navy Pier, famoso embarcadero de la ciudad.
Navy Pier.
Lago Michigan.
El viernes estuvo otra vez nublado y hubo bastante niebla, pero no llovió, afortunadamente. En esta ocasión, visitamos la parte situada al norte del llamado Chicago Loop, el centro financiero de la ciudad. Recorriendo la llamada Milla Magnífica, tras cruzar otra vez el río Chicago, vimos rascacielos espectaculares, entre ellos la Torre John Hancock, y la Torre del Agua, uno de los pocos edificios que se mantuvieron de pie después del Gran Incendio de 1871. En la Torre John Hancock subimos hasta el piso 96, donde hay un bar y un restaurante, pero, debido a que estaba nublado, no pudimos ver las espléndidas vistas de la ciudad. Tras bajar de la torre y pasar por delante del Museo de Arte Contemporáneo, fui yo solo a la Oak Street Beach, una playa en el Lago Michigan, desde la cual se veía el skyline de Chicago espectacular. Entretanto, la niebla ya se había disipado, así que subimos de nuevo a la Torre John Hancock: las vistas impresionantes. Solamente decir eso. Luego comimos unas pizzas gigantes en el Gino's East Pizza, uno de los restaurantes más famosos de la ciudad, y bajamos la Milla Magnífica en sentido contrario para ver la parte al sur del Chicago Loop. Estuvimos otra vez en el Millennium Park, pero sin entretenernos bajamos por Grant Park hasta la Buckingham Fountain. Allí se nos hizo de noche e hicimos unas fotos de los rascacielos iluminados muy bonitas.

Zona de rascacielos junto al río Chicago.
Torre del Agua, uno de los pocos edificios que aguantaron el incendio de 1871.
Rascacielos cruzando el río Chicago.
Torre John Hancock dominada por la niebla.

Vistas desde lo alto de la Torre John Hancock cuando la niebla se disipó.

Oak Street Beach, playa en el Lago Michigan.
Gino's East Pizzeria, la mejor pizzería de Chicago.
Esta pizza tan grande y gruesa se llama Deep Dish Pizza.

Arriba y abajo: Skyline de Chicago por la noche.
El sábado, nuestro última día, fuimos a la Torre Willis para subir hasta arriba de todo y ver las vistas de toda la ciudad, pero había que hacer una cola de casi tres horas para subir hasta arriba. Como yo no estaba dispuesto a perder todo un día allí, y tampoco nadie estaba dispuesto a perderse esas vistas, cogí yo solo y me fui a dar una vuelta por la ciudad. Bajé de nuevo por Buckingham Fountain y Grant Park y me dirigí más para el sur, donde están el Field Museum, el Aquarium y el Planetarium, pero no entré a ninguno porque había en cada uno unas colas de tres pares de narices. Allí hice las mejores fotos de todo el viaje a los rascacielos del skyline de la ciudad, con las grandes nubes blancas en el cielo y las aguas del lago Michigan. Acto seguido, seguí bajando hacia el sur hasta la Northerly Island, que años atrás fue un aeropuerto. Estuve paseando por otra bonita playa recogiendo piedras y el tiempo me pasó volando. Luego volví hacia donde estaban mis compañeros, que ya bajaban de la Torre Willis, y me reuní con ellos. Por la tarde, a eso de las 18:00, fuimos a un bar muy famoso de la ciudad donde se dice que Al Capone había estado décadas atrás, pero nos encontramos con que había una actuación en vivo y la entrada valía 15 dólares, así que pasamos de entrar. Cuando volvimos al hotel, ya noche cerrada, cenamos, nos cambiamos y algunos nos fuimos de fiesta con otros compañeros que habíamos conocido del pueblo de Forest Lake, Minnesota, que también estaban en el mismo hotel. Nos acabamos acostando a las 5 y nos teníamos que levantar a las 8 para volvernos a Minnesota. Espectacular.

Rascacielos a pie de calle.
Torre Willis, antigua Torre Sears, la torre más alta de Chicago (442 m.).
Buckingham Fountain, al lado de Grant Park.
Skyline de Chicago desde la zona del Field Museum y el Aquarium.
Skyline de Chicago desde la zona del Field Museum y el Aquarium.
Vistas desde Northerly Island.
Playa en el Lago Michigan en la Northerly Island.

Ahora, habiéndoos explicado mi viaje a Chicago, me gustaría también hacer un resumen de mi vuelo en avioneta. Siempre se ha dicho que Estados Unidos es el país de las oportunidades y yo, desde luego, estoy teniendo oportunidades para hacer cientos de cosas que siempre he deseado.

Mi vuelo tuvo lugar el domingo 27 de octubre y, aunque era uno de mis sueños desde adolescente, lo habría aplazado con sumo gusto porque esa noche solamente dormí 4 horas tras salir de fiesta y estaba reventado. Mi gusto por la aviación comenzó cuando jugué por primera vez al videojuego Flight Simulator, concretamente a la edición de 2002. Nunca antes me habían llamado la atención los aviones, pero ese juego despertó en mí un nuevo interés. Pasaba horas y horas jugando a ese juego un juego que en realidad no aportaba diversión ni entretenimiento si no te gustaban los aviones, porque más que nada era un simulador de vuelos reales: despegar tu avión y hacer algunas misiones (si elegías vuelos predeterminados) o dar un paseo por placer. Pero tras esa simpleza, escondía cientos de horas de diversión y entretenimiento para mí, como aprender el funcionamiento de todos los aparatos de la cabina del piloto (debo decir que jamás aprendí a utilizar el VOR) o completar exitosamente las misiones que escogía. Mi vicio fue tal, que incluso se me pasó por la cabeza sacarme los títulos de piloto y trabajar de ello, pero resultaba demasiado costoso para mi bolsillo.

Avioneta Cessna en la que volamos.
Cockpit.

Bueno, el caso es que desde aquella lejana época, hace ya más de una década, siempre había querido montar en una avioneta, ¡pero ya es algo que tachar en mi lista de "cosas por hacer"! Así las cosas, mi "host padre", el piloto, y mis dos "host hermanos" despegamos a las 9:45 del aeropuerto de Eden Prairie, una ciudad al suroeste de St. Louis Park, para volar hasta una ciudad en el centro de Iowa llamada Ames, sede de la Universidad del Estado de Iowa. Después de una hora y veinte minutos de vuelo, aterrizamos y fuimos directos a un restaurante a "desayunar-comer", dimos una vuelta por la ciudad por una hora y regresamos de vuelta a Minnesota para llegar casi a las 16:00 de la tarde a casa. Realmente, no hicimos mucho más, pero lo importante era el vuelo en sí.

Minnesota desde el aire.
Como se puede observar, Minnesota es muy plana.
Otra imagen de las tierras minnesotanas.
Por alguna razón, llaman a Minnesota "La Tierra de los 10.000 lagos".
Razón no les falta.
Pero si Minnesota es plana, Iowa lo es todavía más: esta plagada de granjas.
Iowa y Minnesota no están dentro de la zona conocida como Grandes Llanuras, pero son muy llanos.
Dentro de muy poquito, vienen unas celebraciones muy típicas americanas que nunca he celebrado, pero que tengo muchísimas ganas: Halloween, con sus calabazas talladas, y el Día de Acción de Gracias, por una parte, y mi invitación como regalo de cumpleaños por parte de mi host family a ver un partido de hockey hielo de la NHL el día siguiente al Día de Acción de Gracias.

lunes, 14 de octubre de 2013

Gooseberry Falls State Park y Duluth

Este fin de semana ha sido uno de los más interesantes desde que llegué a Minnesota, dado que pasé el fin de semana completo aprendiendo nuevas cosas y visitando nuevos lugares, tales como Duluth, Gooseberry Falls State Park, el lago Superior y el Split Rock Lighthouse.

Localización del Gooseberry Falls State Park.
El viernes, después del trabajo, me recogió mi otra familia por casa y pusimos rumbo directo para Gooseberry Falls State Park. Se tarda varias horas debido a su localización en el norte de Minnesota y, caída la noche, paramos a cenar en la importante ciudad portuaria de Duluth, donde me comí una sabrosísima hamburguesa de carne de bisonte. Cuando acabamos, reanudamos la marcha y pasamos por la pequeña población de Two Harbors, al lado de la cual está el camping, sobre las 21:00 de la noche. La oscuridad ya era total y, además, hacía frío, así que no había mucho que ver fuera. Yo tenía muchas ganas de ir a ver el lago Superior, pero me conformaba con oír el sonido de las olas desde mi tienda de campaña. ¡Sí, a pesar de ser un lago, tiene olas!

Hamburguesa de carne de bisonte. Buenísima.


Los campings en Estados Unidos, o por lo menos éste, son muy distintos a los de España. En España, cada parcela está al lado de la de tus vecinos, pero en este camping había bastante espacio de por medio, por lo que la intimidad era total. Eso sí, de noche no podías esperarte encontrar a nadie por los pasillos entre parcelas. Más bien parecía que te encontrabas en medio del bosque: solo y a oscuras. Cuando iba a mear, pensaba que me saltaría un bicho de entre la maleza. De hecho, la noche del sábado al domingo pensé que me hallaba en una película de miedo, la típica película en que un grupo de amigos huyen desesperados de un motel o de algún lugar perseguidos por un asesino psicótico y, tras mucho tiempo y muchos kilómetros conduciendo un destartalado coche, aparecen en el mismo motel. Yo salí de los lavabos de darme una caliente y placentera ducha, pero en el camino de vuelta a la parcela me perdí. Comencé a andar buscándola, pero sentí que iba andando en círculos y volví a aparecer en los baños. Me concentré e intenté buscar el camino correcto, pero tras cinco minutos andando llegué otra vez al mismo sitio… mismas luces, misma puerta de madera, mismo edificio solitario y oscuro… los lavabos… Sentí miedo, miré atrás por si había algún asesino, pero no. Al final, logré llegar sano y salvo a la tienda de campaña.

Al día siguiente por la mañana, ya con la claridad del sol, vi que todo era precioso. El otoño había llegado hacía días y los colores de la naturaleza eran hermosos. Los árboles y toda la vegetación iban desde el verde al marrón pasando también por los tonos naranjas, amarillos y rojos. Lo primero que hice solo levantarme fue bajar hacia la orilla del lago Superior. Por fin lo conocía. Cuando era pequeño, solía pasar largas horas estudiando la geografía de los atlas, pero cuando posaba mis ojos sobre la costa del lago Superior jamás hubiera pensando que algún día iba a estar allí. ¡Fue maravilloso! Era tan grande que sus aguas se fundían con el cielo en el horizonte. Era como mirar el mar o un océano de lo grande y extenso que era. Además, sus aguas eran gélidas. En cierta dirección, si el día estaba claro, se podían divisar porciones de tierra firme correspondientes a Wisconsin.

Orilla del lago Superior.
Vegetación del camping.
Aguas del lago Superior. Al fondo, Wisconsin.
El lago Superior (uno de los Grandes Lagos de América del Norte) tiene 82.000 km2, lo que lo convierte en el segundo mayor lago del mundo solamente por detrás del mar Caspio. Tal es su tamaño, que es más grande que cualquier comunidad autónoma española exceptuando Castilla y León y Andalucía. Su extensión territorial es comparable a la de Cataluña y Aragón juntas o también a la de Cataluña, Comunidad Valenciana, Región de Murcia y Baleares. Entre los países europeos es más grande, por ejemplo, que República Checa, Irlanda, Croacia, Eslovaquia, Holanda o Suiza. Además, reparte sus aguas entre tres estados (Minnesota, Wisconsin y Michigan) y hace de frontera natural entre Estados Unidos y Canadá.

A continuación, fuimos a visitar el Gooseberry Falls State Park, un parque nacional situado junto a la orilla del lago Superior. El río Gooseberry no es que sea muy largo e importante, pues mide menos de 40 km. de longitud, pero tiene unas cascadas muy bonitas y unos trails por los alrededores muy interesantes. Me quedé con las ganas de ponerme la ropa de correr y marcarme un buen kilometraje por los senderos pedregosos arriba y abajo que había por ahí. Y, aunque no pude ver osos, alces ni renos, sí pude ver un par de serpientes preciosas.

Río Gooseberry.
Río Gooseberry.
Cascadas del río Gooseberry.
Cascadas del río Gooseberry.
Vistas desde lo alto de las cascadas.
Naturaleza salvaje.
Por la tarde, cabe decir que hacía un frío y un viento espantosos, fuimos a visitar el Split Rock Lighthouse, un faro situado cerca de la población de Silver Bay. Fue construido allá por el año 1910 para guiar a los barcos que navegaban por el lago debido al alto números de naufragios que se habían producido en años anteriores y funcionó hasta finales de la década de 1960. Hoy día, aunque está fuera de servicio, es una interesante atracción turística en la zona del lago Superior. El sábado ya no hubo mucho más que hacer, pero todavía hubo tiempo y ganas para bajar otra vez a la orilla del lago para comer alguna cosilla.

Faro Split Rock.

Orilla y vegetación del lago.
Faro Split Rock.
Orilla.
La noche del sábado al domingo fue bastante fría y por la mañana nos despertamos a las 8 de la mañana con un mísero grado de temperatura en el termómetro. Tras un breve paseo por la orilla del lago de nuevo, recogimos los bártulos y para las doce del mediodía estábamos montados en el coche dirección a Duluth, ciudad en la que paramos para comer de nuevo otro sándwich de carne de bisonte y para visitar algunas cosas, pues me interesaba ver esa ciudad. Aunque estuvimos por un breve periodo de tiempo, hubo tiempo para ver los contrastes de la ciudad, la cual tiene edificios modernos al lado de edificios que parecen de los años 30, el Lift Bridge y el paseo marítimo de la ciudad.

¡2ºC un 13 de octubre!
Lift Bridge (aquí y abajo).

Una calle de Duluth, simplemente.