jueves, 29 de agosto de 2013

Mis primeros días



Los primerísimos días en Estados Unidos dieron mucho de sí. He conocido a mis compañeros en esta aventura, a sus familias, he visitado algunos lugares y, por supuesto, he bebido cerveza.

Uno de mis principales intereses era conocer a mis compañeros (los Amity), aunque con la mayoría ya había hablado por Facebook o guasap antes de llegar aquí. Ellos son Santiago (Costa Rica), Yuliana (Colombia), Lorena (Chile) y Alexandra, Rocío, Irene e Ingrid (España). Todavía está pendiente de llegar Marta, también española. Además, también merece una mención especial Andrés, un chico colombiano que también fue Amity en su día y ahora es una nueva amistad.

De izq. a der.: Rocío, Ingrid, Alexandra, Yo, Santiago, Lorena y Yuliana.
Recién llegué a Minnesota, conocí a Santiago y Andrés, con quienes fui de cerveceo esa misma tarde por el West End (aunque tuvimos problemas con las American ID. Véase la foto Feeling like a Mexican del primer post). La familia de Santiago es muy maja: el padre y los dos hijos son aficionados al hockey hielo y me regalaron un stick y un puck para jugarlo. Ahora puedo decir que por fin estoy preparado para practicarlo. 

De aquí a la NHL.
No obstante, todas las familias son muy majas y dispuestas. Por ejemplo, la familia de Ingrid nos invitó uno de los días a tomar una cerveza en su casa y es posible que otra familia nos invite a ver un partido de los Minnesota Twins de baseball. Otro sitio muy interesante para beber cerveza es McCoy’s, sitio al que ya he ido dos veces (con el pasaporte encima para poder beber). Es un local ambientado así más o menos en los ranchos sureños, por lo que entro cada día con el sombrero, la camisa de cuadros y la ramita de paja en la boca dispuesto a tener una pelea con botellas rotas y palos de billar a lo Walker Texas Ranger (no, eso es broma).

Aparte de los bares, hay otros locales para pasar un buen rato con los amigos. Algunos ejemplos son la bolera, donde fuimos invitados por las coordinadoras de Amity a comer unas pizzas. Debo decir que Estados Unidos tiene un serio problema con esto: a cualquier lugar que vas las hay a raudales. Cuando fuimos al banco a abrirnos una cuenta corriente, hicimos un break para comer pizzas y un montón de Coca-Cola (yo no las probé). Supongo que aquí, si se te muere alguien, también te sirven pizza en el tanatorio. No, en serio, esto es de campeonato. Las heladerías también están muy bien. No es un secreto que cada vez proliferan más los negocios estos de los helados y yogures de sabores estratosféricos, como tampoco lo es que cada vez que te compras una tarrina con dos sabores de helado te clavan unos cuatro o cinco euros. Hace unos días tuve la oportunidad de probar algo nuevo dentro de este sector: una especie de self-service en el que pagas en relación a lo que comes. Cuando entras, te reciben con una tabla periódica de los sabores que tienen (aunque no los tienen todos a la vez, sino que los van modificando cada cierto tiempo) y te ofrecen dos tarrinas minúsculas para que puedas saborear gratis dos sabores diferentes. Acto seguido, coges una tarrina grande y te cargas todos los sabores que quieras y la cantidad que quieras, porque pagarás de acuerdo con el peso. Cuando te has acabado de servir tu ración de helado, puedes echarte cualquier tipo de complemento, desde los más normales hasta los más raros, incluyendo aceite de oliva y pimienta cayena (guindilla). Yo me comí un helado de coco y almendras con ración de nubes y moras.

Tabla periódica de los helados.
Algunos de los complementos.


Más complementos.
Otros complementos. Aquí se ve la pimienta cayena (guindilla).
Más complementos.

Hay incluso complemento de aceite de oliva...
El producto final vale entre uno y cinco dólares.

Dejando a un lado los lugares de ocio, también hay cosas interesantes que visitar. El primer día que estuve aquí después de mi llegada, visité el centro de Minneapolis y su famoso Farmer’s Market, donde se venden todo tipo de frutas y hortalizas. 

Downtown Minneapolis.
El río Mississippi bajo el Stone Bridge.
Además, también pude gozar del ambiente que se vive alrededor del lago Calhoun, donde también pasé la tarde del domingo con algunos Amity. Es espectacular la gente que se ve haciendo deporte en esta ciudad, incluso más que en Barcelona, pues tiene carriles completamente adaptados para ello. Igualmente, es sorprendente el respeto que se tiene por los ciclistas y corredores, pues mientras en Barcelona apenas te dejan siquiera pasar por el paso de peatones, aquí los coches se detienen a 50 metros de que llegues a la carretera. Incluso los autobuses urbanos llevan un espacio especialmente habilitado para colocar tu bicicleta, algo impensable aquí.

Lago Calhoun.
Pero no todo ha sido turismo y vacaciones. También nos implicamos en nuestro papel como maestros y tuvimos nuestras primeras reuniones en la escuela con un clima totalmente diferente al vivido en España, pues aquí toda la comunidad educativa es una familia y las relaciones entre todos son excelentes. Tuvimos la oportunidad de llevar a cabo varias dinámicas en las cuales, pese a ser una escuela de inmersión en español, tuvimos que expresarnos en inglés porque hay miembros de la escuela que son minnesotanos nativos, pero todo son buenas oportunidades para mejorar tus habilidades en inglés.

He aquí la razón de mi viaje: Park Spanish Immersion. Mi escuela.
Para finalizar este post me gustaría comentar la peculiaridad que comparten algunos topónimos de por aquí: el estado de Minnesota, las ciudades de Minneapolis, Minneiska, Minnetonka y Minnetrista o el barrio de Minnehaha. Minnesota es apodado el estado de los 10,000 lagos por la gran cantidad de lagos que tiene. Minni significa "agua", por lo que no es difícil deducir qué significa Minneapolis.

Minnehaha Neighborhood.






domingo, 25 de agosto de 2013

Sweet Home Minnesota



Sweet Home Minnesota. Éste sería el nombre de la famosa canción de Lynyrd Skynyrd si en su lugar no hubieran elegido el estado de Alabama. El viernes 23 de agosto pisé, por fin, suelo estadounidense dando por finalizado un largo proceso en el que he estado inmerso desde octubre para obtener mi deseado visado americano. 

Mi vuelo hacia EEUU no estuvo exento de intranquilidades, es más, se puede decir que sufrí unas cuantas horas. Había quedado en el aeropuerto de Amsterdam con tres compañeras que volaban desde Madrid para ir los cuatro juntos hasta Minneapolis, pero, ya de inicio, mi avión desde Barcelona llegó con un retraso de 45 minutos, así que tuve que correr por los intrincados pasillos de un aeropuerto en el que nunca había estado para encontrar la puerta de embarque a Minneapolis. A continuación, si ya iba justo de tiempo, un oficial me sometió a un exhaustivo interrogatorio. Luego, hubo un error en mi billete y, finalmente, para colmo, no encontré a las tres chicas en la sala de espera. No obstante, no podía esperar más y tuve que embarcar. No verlas me puso bastante nervioso. Para más inri, en la pantalla de embarque no aparecía mi vuelo (KL6065), sino un tal DL0265, pero me metí dentro igualmente porque el destino y la hora de llegada eran los mismos. En el avión, obviamente, seguí sin localizarlas. Supuse que iba a acabar en Bangkok y mi maleta en el Polo Norte. A mi llegada a Minneapolis me enteré de que su vuelo había sido cancelado.

Una vez llegué al aeropuerto de Minneapolis-Saint Paul, tuve que pasar otro control policial. Yo ya estaba bastante hasta las narices de todo, pero un agente revisó mi pasaporte y mis papeles, intercambió unas palabras con otro oficial y, amablemente, me condujo a un cuartillo apartado. Allí me hicieron una serie de preguntas (las mismas que en Amsterdam y en la embajada), pero por suerte nadie se puso un guante blanco para inspeccionarme el recto; de lo contrario, habría huido corriendo para coger el primer vuelo a cualquier lugar. Yo seguía sufriendo por mi maleta, porque no la había logrado localizar con la mirada. Finalmente, estaba allí, en la cinta transportadora, y la abracé como una madre abraza a su hijo militar instantes antes de partir hacia la guerra (esto es fantasía). En esos momentos, perdí 10 kg. de peso, aliviado por completo.

Las calles son como en las pelis: avenidas anchas, jardines delanteros, etc.
En estos primeros dos días, ha habido bastantes cosas que me han sorprendido de los Estados Unidos. Si el invierno destaca por sus bajísimas temperaturas, en verano se reciben olas de calor procedentes del infierno. Ahora mismo estamos a 98ºF (37ºC), pero durante los próximos días se pueden alcanzar los 110ºF (43ºC). Este clima es una locura. De todas maneras, parece que este calor no va con las personas, ya que te encuentras a personajes corriendo, patinando o yendo en bicicleta a las 16:00 de la tarde bajo un sol abrasador. Sí, aunque se tenga esa idea de los estadounidenses, en Minnesota, por lo menos, la gente es muy consciente sobre la idea de llevar una vida saludable y se practica muchísimo deporte: puedes ver carriles perfectamente adaptados para bicis y corredores de varios kilómetros de longitud y que atraviesan ciudades enteras. No, y tampoco se desayunan huevos fritos con bacon. Yo, personalmente, he tenido la suerte de poder desayunar avena con claras de huevo y comer y cenar otras cosas saludables como pasta, vegetales, ensaladas, carne, etc.

Cena saludable: pollo a la parrilla, cebolla, mazorcas de maíz (típicas), ensaladitas, sandía, etc.
El estado de Minnesota también destaca por su fuerte ley contra la venta de alcohol a los menores de edad (21 años). Para beber alcohol necesitas tener más de 21 años y disponer de una identificación estatal (Yair, vaig pensar en tu, jajajajaja), y no sirve de nada que seas un viejo de 80 años con el pelo blanco y arrugas en la cara. Si no tienes ID, no bebes. Si no eres estadounidense, puedes demostrar tu edad usando el pasaporte u obteniendo dicha ID, pero de poco sirve tu DNI español o de cualquier otro país. Tuvimos que deambular el primer día por cuatro bares distintos hasta que unos afables mexicanos nos sirvieron una cerveza. De ahora en adelante, tendré que salir con el pasaporte en el bolsillo hasta que obtenga mi American ID.

Feeling like a Mexican in Minnesota.
 Hay más cosas, pero no me enrollaré más. Ya seguiré explicando cosillas.